martes, 15 de abril de 2014

Mi yogur sin fecha de caducidad.

Por muchas noches en blanco que una dedique a pensar en su biografía sentimental, la verdad es que encontrará pocas soluciones. Podrá parchar tal o cual relación, pero al final volverá a pasar lo de siempre... que en un momento dado saltará en pedazos, como tantas otras veces y es que, cuando algo va bien siempre hay algo que llega para acabar con ellos. Es casi un combate perdido de ante mano, así que lo mejor que nos podría pasar es que las relaciones sentimentales vinieran con fecha de caducidad, como los yogures. Así sabríamos de ante mano cual es el final y no perderíamos el tiempo en inseguridades, sospechas ni discusiones. Nos dedicaríamos a disfrutar cada momento hasta la última décima de segundo.
Aunque si lo piensas bien, lo bueno de no tener fecha de caducidad es que nos permite seguir soñando con que esta vez sí, ese yogur pueda conservarse para siempre, para el día a día.

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